Las manos Fidel Santamaría, uno de los participantes del programa de Promoción de Capacidades Agropecuarias y de Acuicultura Sostenible en las Zonas de Amortiguamiento de la Reserva Forestal Fortuna, cuentan la historia de la tierra que ha trabajado durante mucho tiempo.
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Todos los días Santamaría se levanta a las 6 a.m. para atender sus hortalizas, sus gallinas y unos puerquitos que está cebando.
Don Fidel, quien tiene ya 28 años de vivir en Soledad de Hornito, en Gualaca, ha trabajado en Boquete, Renacimiento y Cerro Punta, comunidades ubicadas en las Tierras Altas de Panamá, de donde proviene la mayor parte de las hortalizas que alimentan al país. Él y su esposa tienen cuatro hijos, de los cuales tres son ingenieros, uno es transportista y su hija menor está en la universidad.
Viven del cultivo
Los Santamaría son una de las 85 familias que desde el año 2005, cosechan su sustento y una mejor calidad de vida a través del programa de promoción de capacidades agropecuarias y acuicultura que adelanta en El Green Power Panamá.
El programa de Promoción de Capacidades Agropecuarias y de Acuicultura Sostenible en las Zonas de Amortiguamiento de la Reserva Forestal Fortuna, ya tiene 12 años de estarse ejecutando en las comunidades vecinas a la hidroeléctrica de Fortuna, mismo que es vital para la preservación de la Reserva Forestal Fortuna, la cual tiene una importante, además de su valor como parte del Corredor Mesoamericano del Atlántico Panameño, es fuente del 20% de la energía que se produce en el país.
Sus primeros rubros
Cuenta don Fidel que empezó con tomate, pero viendo que es un producto muy delicado, empezó también a cultivar maíz, frijoles, ají, cilantro y café. Hoy vende parte de su producción a un supermercado local.
Las familias que son parte de este programa reciben semillas, capacitación técnica y seguimiento al progreso de cultivos de sus huertos, así como asistencia para la apertura a mercado de sus productos como frijol de palo, maíz, porotos, pepinos, zanahorias, ají y tomate, lo cual les permite una alimentación sana para para sus familias e ingresos a través de la venta de estas cosechas.
Dispongo de un 60% para el negocio y el resto es para la casa. También regalo a los vecinos, cuenta don Fidel. La gente de Fortuna hace la inspección del terreno y los rubros, y uno va aprendiendo también en el campo que lo perjudica y que es más favorable y toca ver quien se lo compra.
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El programa capacita cinco familias por año, provenientes de comunidades como Soledad, Entre Ríos, Valle La Mina, Macanito, Chimenea y Lavadero, vecinas a la central hidroeléctrica Fortuna.
A sus 68 años, Don Fidel sigue mirando hacia el futuro y cuenta que quiere moverse a abonos orgánicos y sembrar plátano, banano y naranjillas. El tiempo es lo que más sobra. Uno es el que no vive miles de años, recordó